Oren por las personas que han partido a la casa de Dios
Lectura del segundo libro de los Macabeos
En aquellos días, Judas Macabeo, jefe de Israel, hizo una colecta
y recogió dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para
que ofrecieran un sacrificio de expiación por los pecados de los
que habían muerto en la batalla.
Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección,
pues si no hubiera esperado la resurrección de sus compañeros,
habría sido completamente inútil orar por los muertos. Pero él
consideraba que, a los que habían muerto piadosamente, les
estaba reservada una magnífica recompensa.
En efecto, orar por los difuntos para que se vean libres de sus
pecados es una acción santa y conveniente.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos, Señor.
PL – 1
2 Macabeos 12: 43-46
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